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La vejez sin achaques y como proceso normal (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

Mi amigo Ray se queja en sus cartas
frecuentes, de que su vida terminó después de los
40 años. Ya que fuera durante la década entre los
30 y los 40 años cuando logró sus metas más
ambiciosas, y fue también durante ese período donde
el experimentara las mayores satisfacciones profesionales y
personales. Se lamentaba: "Esa fue mi época de oro
".

¿Cómo, me pregunto, puede envejecerse con
dignidad y sin
achaques dentro de una cultura donde
la vejez se mira
con menosprecio?

Antes (y de ello ha ya mucho tiempo), al
anciano se le consideraba depositario de los arcanos y de la
sabiduría colectiva. Ellos poseían el don de la
experiencia habiendo pasado, por, y habiéndolo visto todo.
Ellos eran venerables y venerados.

Ahora, los ancianos que no son capaces de su propio
soporte económico, o estorban o se consideran carga pesada
por las generaciones más jóvenes.

En otra manifestación de independencia
subvertida que comienza a ocurrir con más y más
frecuencia en los Estados Unidos,
los hijos retornan, con sus propias familias al hogar paterno, y
aduciendo que la visita será temporaria, se quedan
permanente con los padres proporcionándoles agravaciones y
problemas
innecesarios; a, veces, aun exigiendo que ellos (los padres)
renuncien a su propia estabilidad y bienestar para
cedérselos a ellos. (Véase mi ponencia: Cuando
los hijos retornan al hogar
).

El abuso hacia los cónyuges y hacia los niños
indefensos, ahora se añade al abuso hacia los ancianos,
representando otra variedad de la "violencia
"doméstica.

La industria que
se dedica al negocio de vender quimeras, ha encontrado un
mercado de
oportunidad en los productos que
pretenden rejuvenecer, o retardar el envejecimiento inexorable, o
que prometen prolongarnos las vidas. Ellos nos abandonan y nos
engañan dejándonos con un saldo monumental de
esperanzas truncadas.

Lo que sí es cierto es el hecho de que la vejez
no es un impedimento mayor.

Con la vejez no se esfuman las actividades del
tálamo conyugal, ni desaparecen los talentos de la
creatividad.
Muchas de las personas más destacadas en las artes y en
las ciencias
lograron algunos de sus mayores triunfos luego de haber celebrado
sus setentas, ochenta y, aun años más.

Gracias a una vida basada en la moderación; el
ser humano puede gozar de una existencia saludable y productiva
durante el ocaso de la vida.

La dieta moderada y balanceada; con un mínimo de
azúcares simples y con abundancia de carbohidratos
complejos, de proteínas
esenciales, de frutas y de vegetales.

El ejercicio
físico regular y metódico.

El envolvimiento en tareas de aspecto intelectuales,
para mejorar la memoria y
la concentración.

La participación en actividades como voluntario
en áreas de nuestra pericia.

Dedicar tiempo al aprendizaje de un
oficio, de un arte, o de un
idioma. Actuar en el teatro,
participar como coach o como árbitro en una liga infantil.
Tomar parte en las deliberaciones de grupos más
jóvenes que quieren ayuda con los dilemas del proceso de la
maduración emocional. Todo ello contribuye al
enriquecimiento del espíritu del anciano quien
rehúse la obsolescencia prematura.

Es que es un arte ése el de añadirle vida
a los años en vez de simplemente añadirles
años a la vida.

El secreto de la
longevidad

Dr. Félix E. F. Larocca

¿Por qué nos interesa tanto llegar a ser
centenarios? Nos interesa porque es parte de nuestra constitución animal vivir vidas largas y
vivir vidas útiles y saludables.

Un peculiar y creativo experimento
científico, realizado durante 15 años en 678
religiosas estadounidenses, para determinar quiénes
padecen Alzheimer y
por qué, reveló que expresar emociones
positivas alarga la vida y aleja las probabilidades de sufrir la
penosa enfermedad.

Una ruta en espiral asciende hacia Good Counsel
Hill
, donde el Convento de las Hermanas del Colegio de
Notre Dame es también sede de un extraordinario
experimento científico. Durante 15 años, un
grupo de
monjas católicas permitió que analizaran sus genes
y midieran su equilibrio y
fuerza. Las
hermanas pasaron pruebas que
registraban cuántas palabras podían recordar
minutos después de haberlas leído, cuántos
animales
podían nombrar en 60 segundos, y si podían contar
monedas correctamente.

Los ensayos
autobiográficos que escribieron cuando tenían 20
años han sido investigados, y sus palabras analizadas en
busca de significados. Y a medida que morían, sus cerebros
fueron removidos y enviados en tubos de plástico a
un laboratorio
donde están almacenados.

Este experimento, llamado Estudio de las Monjas,
es considerado por los especialistas como uno de los esfuerzos
más creativos para conocer quiénes padecen de
Alzheimer y por qué. Y ahora, un nuevo informe
está ofreciendo información acerca de un asunto distinto:
si un temperamento positivo en la juventud puede
ayudar a las personas a vivir más.

Al estudiar a 678 monjas -en este convento y en otros
seis de la misma orden, en Connecticut, Maryland, Texas,
Wisconsin, Missouri e Illinois- el especialista David A. Snowdon,
un epidemiólogo de la Universidad de Kentucky, y
sus colegas han arribado a indicios asombrosos y teorías
provocativas a lo largo de los años.

Sus estudios mostraron que el ácido fólico
puede ayudar a alejar la enfermedad de Alzheimer; que ataques
cerebrales pequeños, apenas perceptibles, pueden
desencadenar demencia, y, en un hallazgo particularmente
asombroso, que la habilidad lingüística temprana puede estar
relacionada con un menor riesgo de
Alzheimer, porque las monjas que concentraban más ideas en
las oraciones de sus autobiografías tuvieron menos riesgo
de sufrir Alzheimer seis décadas
después.

El nuevo informe, publicado recientemente en el
Journal of Personality and Social Psycology, afirma que
las monjas que expresaron más emociones positivas en sus
autobiografías vivieron significativamente más -en
algunos casos, diez años más- que aquellas que
expresaron menos emociones positivas.

Las monjas son ideales para un estudio científico
porque sus vidas estables, relativamente similares, excluyen
ciertos factores que pueden contribuir a la enfermedad. No fuman,
casi no beben y no experimentan los cambios físicos
relacionados con el embarazo. Lo
que es sorprendente es que esto último, por obvias
razones, se considere un factor negativo.

El Estudio de las Monjas (Nun's Study)
también se considera importante porque tiene
información de diversos momentos de las vidas de sus
sujetos, incluyendo la época en que eran muy
jóvenes para padecer Alzheimer o cualquier otra enfermedad
relacionada con la edad.

Todo esto le ha dado a Snowdon, autor de un nuevo
libro sobre el
estudio titulado Envejeciendo con Gracia (Bantam), una
rara ventana a través de la cual examinar por qué
algunas religiosas se mantienen bien y otras se deterioran tanto
que pierden el lenguaje,
la movilidad y gran parte de su memoria. Las
diferencias aparecen, incluso, entre las que están
relacionadas biológicamente. 

Los últimos hallazgos publicados del Estudio
de las Monjas
también ofrecen ideas provocativas
acerca de cómo un estado
emocional positivo en las etapas tempranas de la vida puede
contribuir a vivir
más. Y plantean interrogantes como: ¿qué
hay detrás de las emociones positivas?

En total, según Snowdon, las monjas viven
significativamente más que otras mujeres. De las 678 que
tomaron parte en el estudio, 295 están vivas y tienen 85
años o más. Sólo en el convento de Mankato
hubo siete centenarias, todas libres de demencia.

Una de ellas es la hermana Esther Boor, que a los 106 se
apresura a través del laberinto de salones con un
bastón azul. "A veces me siento como si tuviera 150, pero
me hice a la idea de que no iba a rendirme",
dijo Esther, que le da a sus fisioterapeutas frases de los
libros que
lee.
"No pienses en el mal, no hagas el mal, no escuches el mal
–escribió hace poco-, y nunca escribirás
un best-seller"
.

El ensayo
autobiográfico de Esther, escrito hace 80 años, es
igualmente optimista. En él habla afablemente de su
familia y de
su decisión de hacerse monja. 

A pesar de que no puede probarlo, Snowdon sostiene que
la espiritualidad de las monjas y su trabajo en
comunidad
también las ayudan a vivir. "El amor a otra
gente, el cuidado, ser buenos con otras personas, eso es algo que
todos podemos hacer",
afirma.

No existe razón por qué la misma
experiencia no sea posible para quienes son tan leales a su
cónyuge como las monjas son a Cristo; devotas de su
trabajo, cuidadosos con sus hijos, leen, son activas, oyen
música y
mantienen sus células
encefálicas procesando nueva
información.

Ahora, para finalizar esta ponencia, seguiremos hablando
del envejecimiento como fenómeno natural.

La verdad acerca
del envejecimiento normal

Dr. Félix E. F. Larocca

El proceso de envejecimiento es inherente a la
condición humana, por lo que es importante asumirlo con
naturalidad. No podemos evitar que cada día que pase
seamos más viejos que el anterior, pero el miedo, la
tristeza o la apatía que para tantos marca esa etapa
de la vida no tienen que estar presentes.

En días lejanos, envejecimiento significaba
achaques, dolores, problemas, dependencia, soledad…, pero ya no
tiene que ser así y no tiene por qué ser
así. El mejor punto de partida para cambiar esta
visión se encuentra en una pregunta: ¿cómo
queremos vivir la vejez? Porque conozco tantas personas
jóvenes excepcionales, a una edad muy temprana, mujeres de
diecinueve años se preparan a aceptar que van a
envejecer con entereza. Ahí radica uno de los valores
que, de la psicoterapia
deriva. No mentirnos a nosotros mismos pretendiendo que la marcha
irreprimible de la vida se retrasa con las cirugías
plásticas o con las liposucciones.

La vejez es un proceso dinámico, positivo y
deseable que nos afecta a todos.

Hay muchas formas de envejecer. Se puede envejecer de
forma acelerada, de forma resistente o de forma
negativa.

Se envejece de forma acelerada cuando las dependencias
en ser delgadas, "primeras damas" de algún contubernio
económico lo facilitan y se depende en las apariencias de
ser joven, para sentirse joven.

Se envejece de forma resistente cuando se objeta a la
realidad de la vejez y se convierte uno en un quirófano
ambulatorio cosmético, tratando de no envejecer "por
fuera". Mientras que los años los consume, a uno, por
dentro.

Se envejece de forma negativa, cuando uno resiste la
verdad, que el organismo posee un sistema llamado
la apoptosis.
¿Apoptosis? ¿De qué se habla cuando se
introducen términos foráneos y
desconocidos?

Apoptosis deriva del griego. Indica entre otros
fenómenos, el preciso instante en que el hipotálamo
envía su mensaje final a nuestro cuerpo: "Llegó la
hora de morir". Algo que todos tememos en cierta medida, aunque
algunos lo temamos menos, por haber vivido bien. Dicen algunos
que la mejor venganza es vivir bien.

Las teorías más aceptadas sobre la
biología
del envejecimiento son las siguientes:
Teoría
endocrina. El envejecimiento se produce por una pérdida de
las secreciones hormonales, en especial de las glándulas
sexuales, que produciría el decaimiento orgánico
que acarrea el envejecimiento. El originador de esta
teoría fue el famoso médico Brown-Séquard,
basada en su auto inyección de macerados de testículo,
y Voronoff, conocido por los implantes de testículo de
gorila.
Teoría del reloj biológico. Según esta
teoría, el proceso de envejecimiento está
genéticamente programado. Dicho de otro modo,
existiría el llamado gen del envejecimiento que, en un
momento determinado, provocaría la aparición de los
cambios moleculares, celulares y de sistemas que se
observan con el envejecimiento. De esa hablamos en
párrafos anteriores.


Teoría de los radicales libres. Esta
teoría, que hace poco tiempo gozara de indebida
popularidad, se basa en un fenómeno común que se
produce en las células vivas de los organismos
aeróbicos (aquellos que necesitan del oxígeno
para vivir), el de los procesos o
reacciones químicas de oxidación-reducción.
Estas reacciones
químicas, presentes en la mayoría de las
vías metabólicas celulares, generan los llamados
radicales libres, en especial los radicales libres de
oxígeno (peróxido, súper-óxido e
hidroxilo). Estos radicales libres se combinan a su vez con
múltiples reacciones celulares y su acumulación
produce alteraciones de la función
celular que causan su muerte. Para
evitar estos efectos, las células disponen de los llamados
sistemas aclaradores, sistemas enzimáticos como la
súper-óxido dismutasa o la catalasa.

Todos los seres vivos envejecen, todos siguen un proceso
por el que se nace, se crece, se madura, se envejece y se muere.
En este sentido, el universo es
igualitario, pero no equitativo. En la naturaleza
encontramos unas vidas que no alcanzan las 24 horas, en el caso
de algunos protozoos
unicelulares, y otras que llegan a los 129 años, por
ejemplo la tortuga de Carolina. Sabemos que existen olivos que
estuvieron presentes durante los días de Cristo.
El ser humano se halla entre los más longevos de los
mamíferos. Su máximo de vida de
especie, marcado genéticamente, está situado
alrededor de los 120 años. Pocos han sido los que han
llegado a estas edades, pero los que lo han logrado han vivido en
buenas condiciones casi hasta los últimos días.
Se habla de diferentes tipos de edades:
La edad cronológica: es la edad que se determina por la
fecha de nacimiento.
La edad biológica: es la edad en relación con el
grado de envejecimiento. No existe en la actualidad ninguna
prueba capaz de determinar la edad biológica de una
persona. Pero
es evidente que unas personas envejecen con más rapidez
que otras. Esta edad es quizás la que más se acerca
a la verdadera edad de la persona.

La edad psicológica: es la determinada por los
rasgos psicológicos de cada grupo de edad. Sin duda
alguna, este concepto de edad
es uno de los más importantes, puesto que una persona es
mayor si se siente mayor. Cada edad tiene su rasgo
psicológico determinado, por lo que sería un grave
error pretender que una persona de 80 años pensara como
uno de 40 ó uno de 20. Lo que sí resultaría
acertado y posible sería la eliminación de los
rasgos psicológicos negativos que no deben de asociarse a
la edad.
La edad social: es la edad marcada por circunstancias
económicas, laborales y familiares. De este modo, la
jubilación marca una edad social por pertenencia a un
grupo social con importantes cambios en diferentes aspectos
(laboral,
económico y de recursos).

La existencia de una correlación entre estas cuatro edades
es lo habitual. ¿Cuál de ellas es la más
importante? Las personas mayores, cuando se les pregunta por
ellas y por su relevancia, sitúan a la edad
cronológica como la menos importante. Lo fundamental no es
tener 85 años, sino sentirse de acuerdo con su edad, con
su salud, con su rol
social. Al conjunto de las edades biológica,
psicológica y social se le conoce con el nombre de edad
funcional, es decir, edades en que la persona es capaz de
realizar una vida autónoma (mantiene su capacidad de
decisión) e independiente (no necesita de una persona para
realizar las actividades básicas, de relación y
sociales de la vida diaria). En el momento actual cabe la
opción de influir de forma positiva o negativa en esta
suma de edades. La excepción se encuentra en la edad
cronológica, la única que no podemos
modificar.

En la demografía del envejecimiento es necesario
conocer los siguientes conceptos:

Como en el país en que vivimos no existen las
estadísticas, adaptaré algunas que
colegas españoles de Valencia me ofrecieran. Las cito
libremente y con atribución.
"Envejecimiento de la población: es el aumento de la
proporción de personas de edad avanzada sobre el total de
esa población. Este término hace referencia a todas
aquellas personas con una edad igual o superior a los 65
años, límite que se utiliza para separar la
población activa y la jubilada.

"Según datos del
Instituto Nacional de Estadística (INE), el índice de
envejecimiento en España
representa el 17% de sus 43 millones de habitantes. Un indicador
que, junto al número de mayores, adquiere especial
relevancia es el denominado envejecimiento del envejecimiento. La
línea divisoria que separaría a la persona mayor de
la persona muy mayor se sitúa por encima de los 80
años.

"Los octogenarios han registrado en las últimas
décadas un incremento del 1300%, con lo que su
número ronda el millón y medio de personas. Este
envejecimiento poblacional tiene un reparto territorial desigual
en España. El mayor número de personas de edad se
localiza en las provincias más pobladas; las provincias de
Madrid y
Barcelona contabilizan tantos mayores como la suma de Castilla y
León, Castilla-La Mancha, Aragón, Asturias,
Cantabria y la Rioja (figura 1). Las personas de edad son ante
todo "urbanas", es decir, residen en municipios de más de
10.000 habitantes, más de 4,2 millones de personas mayores
de 65 años.

Mujer en las tres etapas. Edvard
Munch


"Esperanza de vida: utilizado
como sinónimo de expectativa de vida, señala el
promedio de años que puede vivir un individuo de
una población nacida en la misma fecha, bien desde su
nacimiento, bien a partir de una edad determinada. La esperanza
de vida al nacer, o vida media, ha crecido de manera
significativa durante el siglo XX. De los 33,9 y 35,7 años
en 1900 para hombres y mujeres se ha pasado a los 74,4 y 81,5 en
1995. En otras palabras, un niño nacido a finales del
siglo XX tenía una expectativa de vida 40 años
mayor que si hubiera nacido a principios del
mismo siglo. La esperanza de vida al nacer se sitúa en
nuestro país en más de 82 años para la mujer y en 75
para los hombres. Conforme avancemos en el siglo XXI, es muy
probable que pueda situarse cerca de los 90-100 años.
Estos cambios han repercutido también en la esperanza de
vida de las personas que cumplen los 65 años. En los
estados miembros de la Unión
Europea la expectativa de vida a partir de esa edad oscila
entre los 21 años que pueden esperar vivir todavía
las mujeres francesas y los 13 que pueden esperar, por
término medio, los hombres Irlandeses. En España,
la esperanza de vida media a los 65 años es de 16
años para los varones y de casi 20 para las mujeres.
"Esperanza de vida libre de incapacidad: es la expectativa de
vida activa o esperanza de vida en salud y con ella se marca el
promedio de años que una persona puede vivir libre de
incapacidad a partir de una edad establecida. Este indicador es
sin duda uno de los más relevantes. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) utiliza este
elemento estadístico para medir el nivel de éxito
de su objetivo de
"Salud para todos". La utilización de este sistema de
medición no deja muy bien parada a
España. Así, si bien España es uno de los
estados con una mayor esperanza de vida a nivel mundial,
sólo superado por Japón,
cuando se trata de esperanza de vida en salud, la
situación empeora y ofrece perspectivas menos
halagüeñas que las de algunos de nuestros vecinos
europeos, como Francia o
Suecia (figura 3). En nuestro país, según los
últimos datos disponibles, las mujeres pueden esperar
vivir algo menos de 76 años antes de caer en una
situación de discapacidad,
mala salud, y reducción de la calidad de
vida, y los hombres no alcanzan una expectativa libre de
incapacidad superior a los 70 años.
"Es necesario y urgente modificar estas cifras. De hecho, se
pueden cambiar, aunque todo depende de la persona que
envejece".

Los científicos Rowe y Kahn, en un
artículo publicado en 1987, establecían una
distinción entre la vejez usual o normal (usual
aging
) y la vejez exitosa o saludable (successful
aging
). Con ello pretendían contrarrestar la tendencia
creciente en gerontología de marcar una distinción
entre lo patológico y lo no patológico, es decir,
entre la población anciana con enfermedades o algún
tipo de invalidez y la que no padece ninguna de ellas.
El concepto de vejez saludable incluye tres componentes
principales: baja probabilidad de
padecer enfermedades o invalidez, elevada capacidad funcional
física y
cognitiva y mantenimiento
de una vida activa en la sociedad,
tanto intelectual como emocional.


La baja probabilidad de enfermar se refiere a la
ausencia o bajo nivel de gravedad de los factores de riesgo de
padecer una enfermedad. Respecto al elevado nivel funcional,
éste incluye los dos componentes, físico y
cognitivo, éste último vinculado al aprendizaje y a
la memoria de corto plazo. Ambos elementos confieren el potencial
necesario para una vida activa en la sociedad. Estos dos puntos
resultan, por tanto, básicos, ya que las alteraciones
físicas o cognitivas son las responsables de la
dependencia y la pérdida de autonomía.
La actividad física y cognitiva nos dice lo que la persona
puede hacer, pero no lo que realmente hace. La vejez exitosa va
más allá de este potencial e incluye la vida activa
efectiva, no la posible. Aunque la implicación activa en
la vida diaria toma varias formas, las dos más importantes
son, sin duda, las relaciones
interpersonales y la actividad productiva. Las relaciones
interpersonales engloban los contactos con otras personas, es
decir, intercambio de información, soporte emocional y
asistencia directa. Sobre la actividad productiva, su
característica definitoria es la creación de
valor social,
tanto si es remunerada como si no. Por ejemplo, una persona mayor
que cuida a un miembro discapacitado de su familia o trabaja como
voluntario en una iglesia u
hospital está siendo productiva, aunque no sea pagada por
su trabajo.
Por ello es fundamental que a cualquier edad (jóvenes,
adolescentes,
adultos, personas mayores, muy mayores) se tenga en cuenta que la
dependencia se puede prevenir, que se puede lograr un
envejecimiento o, mejor dicho, una forma de envejecer saludable.
Es necesario empezar desde la infancia con
esta prevención, que no es otra cosa que hábitos de
vida saludable útiles para todas las edades.

Mis pacientes son expertos en esta maniobra de adoptar
hábitos saludables de por vida.

La preocupación más
importante de todas las personas y, de forma especial, de las
personas mayores tiene que ver con los problemas de salud y sus
consecuencias, fundamentalmente la dependencia.
El compromiso de un envejecimiento saludable es un compromiso con
la buena salud y consiste en:
– Adquirir una serie de hábitos de vida saludables
(nutrición,
ejercicio físico, mental y afectivo, abandono del consumo del
azúcar,
de las grasas, del
alcohol, de
las drogas y del
tabaco).
– Seguir los controles médicos de salud recomendados.
A continuación se intenta responder a las preguntas
básicas para poder
desarrollar un envejecimiento saludable y se exponen las
recomendaciones principales que han demostrado su utilidad para
prevenir la enfermedad y con ello la dependencia.
¿Qué son los controles de salud?
Son visitas programadas al médico y/o la enfermera de su
centro de salud que tienen por objeto prevenir que aparezca la
enfermedad o mitigar sus efectos si ésta ya se ha
desarrollado. Se ha comprobado que diversos servicios
preventivos son muy eficaces en las personas mayores. Estas
acciones se
muestran en la siguiente lista, expuesta en la tabla 1, a modo de
chequeo útil para comprobar su cumplimiento.
Hipertensión: si usted no es hipertenso, es
necesario que su médico o enfermera le tome la
tensión arterial al menos una vez al año. Las
cifras que debe mantener son cifras menores de 135/85 mm/Hg Si ya
es hipertenso o padece alguna enfermedad, debe de seguir los
controles de la tensión arterial que le marque su
médico.
Dislipidemias: son las alteraciones de los niveles de las grasas
en sangre. Si usted
presenta factores de riesgo vascular como hipertensión,
diabetes,
obesidad,
tabaquismo o
enfermedades isquémicas de la circulación arterial
(infarto de
miocardio, angina de pecho, trombosis cerebral…), es necesario
realizar al menos una analítica anual de los niveles en
sangre del LDL-colesterol, el llamado "colesterol malo", (menor
de 130 mg/dl) y de triglicéridos (menor de 200 mg/dl). Si
no presenta dichos factores de riesgo no es necesaria esta
comprobación.
Diabetes: algunas asociaciones científicas recomiendan la
medición de glucosa en
sangre para las personas mayores con los factores de riesgo
descritos en el apartado anterior.
Obesidad y desnutrición: al menos una vez al
año es necesario que le tallen y le pesen para poder
obtener el llamado Índice de Masa Corporal (IMC) a
través de la fórmula IMC=peso/talla x talla — el
peso en kilogramos y la talla en metros. Si el resultado se halla
entre 18,5 y menos de 25, el peso es el correcto. Por debajo de
18,5 significa desnutrición, por encima de 25 sobrepeso y
si es superior a 30 se califica como obesidad.
Déficit de visión y de audición: al menos
una vez al año debe acudir al oftalmólogo para
someterse a un control que
incluya un examen de su agudeza visual y de la tensión
ocular. Con ello se detectan los errores en la graduación
de la vista, el glaucoma
(tensión en los ojos), las cataratas (opacidad del
cristalino) o la degeneración macular (alteración
del centro de la visión de la retina). Todas estas
alteraciones disponen de tratamiento con el que se puede evitar
la dependencia que puede producir una mala visión. En
cuanto al oído, si
usted detecta cualquier pérdida de audición, visite
al médico. Si éste le prescribe un audífono,
no dude en ponérselo porque, aunque sea una persona mayor,
se puede adaptar a él perfectamente. En la actualidad
estos aparatos son pequeños y discretos y apenas se
notan.
Cáncer: la edad no es nunca una contraindicación
para tratar un cáncer. Sí lo es su
extensión, por lo que es muy importante un diagnóstico precoz cuando todavía no
está extendido.
Cáncer de
mama: se recomienda una mamografía cada dos
años hasta los 70 años.
Cáncer del cuello uterino: se recomienda una
citología anual hasta los 65 años. Si los
resultados han sido normales, no son necesarios nuevos
controles.
Cáncer de colon: se recomienda un análisis anual de una muestra de sangre
oculta en heces.
No se recomiendan otras intervenciones precoces para el resto de
cánceres, excepto:
Cáncer de
próstata: algunas asociaciones científicas
recomiendan para el varón realizar una vez al año
un tacto rectal junto con un análisis de sangre del
antígeno específico de
próstata entre las edades de 50 a 69 años. Pasada
esta edad no se recomiendan dichas exploraciones.
Cáncer de piel: algunas
asociaciones científicas aconsejan la exploración
anual de la piel de las personas mayores. Cualquier cambio que
usted observe en su piel relacionado con el aumento del
tamaño o del color de los
lunares, ulceraciones o tumoraciones debe acudir inmediatamente
al médico.
Depresión: la depresión necesita en
el caso de las personas mayores un diagnóstico y
tratamiento lo más temprano posible para evitar sus
consecuencias. Si presenta antecedentes de depresiones, de
pérdida reciente de algún familiar querido o
trastornos importantes del sueño, tiene un riesgo
significativo de desarrollar una depresión. Si usted
responde "sí" a la pregunta directa de
"¿está usted deprimido/a?", acuda a su
médico.
Demencia: la edad avanzada no tiene por qué estar
vinculada a una pérdida de la memoria y, lo que es
más importante, no tiene por qué acarrear una
pérdida de autonomía en actividades instrumentales
de la vida diaria como saber comprar, manejar el teléfono, utilizar el dinero,
manejar la medicación o, sin ir más lejos,
orientarse en la calle o con el uso de los transportes
públicos. Si presenta algún tipo de
alteración de la memoria o algún tipo de problema
en relación con las actividades descritas, acuda a su
médico.
Pérdida funcional: cumplir años no es
sinónimo de que usted pierda la capacidad de andar, tenga
incontinencia de esfínteres, no se pueda vestir, no se
pueda asear o bien no pueda realizar las actividades descritas en
el apartado anterior. Ante cualquier pérdida funcional
acuda a su médico y tenga presente que si ésta se
produce no es a causa de la edad. Siempre existe una causa
subyacente que es necesario conocer cuanto antes porque cuanto
más tiempo pase incapacitado más difícil
será su recuperación.
Vacuna de la gripe: todas las personas mayores de 65 años
deben vacunarse anualmente contra la gripe. La época del
año apropiada es de octubre a mediados de noviembre.
Vacuna pneumocócica: todas las personas mayores de 65
años deben vacunarse al menos una vez en su vida de la
vacuna pneumocócica, que previene las infecciones
pulmonares del neumococo, es decir de la neumonías. La
vacuna se administra en cualquier época del año por
vía intramuscular y, al igual que la vacuna de la gripe,
no produce apenas efectos secundarios.
Vacuna antitetánica: es necesario que todas las personas
mayores de 65 años estén correctamente vacunadas
del tétanos. Si usted ha seguido las vacunaciones
periódicas durante su vida, siga y vacúnese cada 10
años con la dosis de recuerdo. Si usted no ha seguido esas
vacunaciones, que es lo más frecuente, debe acudir a su
médico para que le aplique la vacuna, cuyo efecto se
mantendrá con una dosis de recuerdo cada 10
años.
¿Cuáles son los hábitos de vida
saludable?
Son hábitos, costumbres, formas y actitudes de
vida, comprobadas de forma científica, para evitar que
aparezcan las enfermedades y la dependencia. Las personas mayores
deben interiorizarlas y comprometerse a llevarlas a cabo. Es un
compromiso con la vida. Son las siguientes:
– Actividad física adecuada.
– Dieta bien equilibrada, rica en fibra, vegetales y frutas, sin
azúcar y baja en grasas.
– Aporte adecuado de calcio.
– Prevención de lesiones (reducir el riesgo de
caídas, de accidentes de
tráfico y de quemaduras).
– Interrupción del tabaquismo y del consumo de bebidas
alcohólicas.
– Cuidado dental adecuado, con visitas regulares al
odontólogo para que le detecten y traten eficazmente
problemas bucales.
– Cuidado adecuado de los pies, con visitas regulares al
podólogo para que le traten problemas frecuentes de los
pies.
-Evitar la automedicación, tomando sólo lo
prescrito por el médico.
¿Qué es lo que no se debe hacer con los controles
de salud?
No es necesario realizar de forma rutinaria un panel de bioquímica, hemograma, electrocardiograma o
radiografía de tórax. Estas pruebas sólo son
necesarias si se padece alguna enfermedad concreta, en cuyo caso
el médico es quien debe marcar las pruebas necesarias.
Tópicos poco saludables sobre los controles
médicos
– "Me sientan mal las vacunas, no me
protegen porque sigo cogiendo los mismos catarros en el invierno,
y además ya soy muy mayor". Esta reflexión es tan
común como errónea. En muy pocos casos se producen
reacciones alérgicas. Sí pueden generar
ocasionalmente, pequeñas reacciones como edema,
enrojecimiento en la zona de la punción, algunas
décimas y malestar general. Ninguna de estas situaciones
justifica el rechazo a las vacunas. Las vacunas protegen de la
gripe y del neumococo, que son los gérmenes que más
infecciones
respiratorias causan en las personas mayores, pero no
salvaguardan a la persona del resto de gérmenes. Por
último, la efectividad de estos medicamentos es mayor
cuanto mayor es la edad de la persona, ya que la protegen de
complicaciones que pueden producir la
muerte.


– "Si comienzo con médicos no voy a salir sano".
No son pocas las personas mayores, y no tan mayores, que utilizan
argumentos como éste para eludir la visita al
médico. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.
De hecho, si se siguen los controles periódicos
necesarios, se diagnosticarán antes las enfermedades que
puede padecer una persona, vaya o no al médico. La
detección precoz facilita además su tratamiento y
aumenta las posibilidades de paliar sus graves efectos
(trombosis, infarto al corazón,
cáncer, ceguera, demencia…).
– "No ver ni oír bien, sufrir caídas,
incontinencia, estar triste, perder memoria, no realizar ya
determinadas actividades, etc., es cosa normal con la edad". De
nuevo los tópicos como éste ocultan una verdad
indiscutible, que afirma que la edad no debe de asociarse a
ninguna de estas alteraciones. Problemas como éstos se
pueden evitar con los controles periódicos de salud y una
consulta rápida al médico cuando se detecte su
aparición para ver así la causa y poner el remedio
adecuado, entre ellos la visita a otros médicos
especialistas como el geriatra, y comenzar cuanto antes su
rehabilitación.
– "Voy al médico porque estoy aburrido y así paso
la tarde". De pecar por defecto se puede pasar a pecar por exceso
y ninguno de los extremos es aconsejable. Es necesario ser
responsables con la salud y con los servicios sanitarios. Su
gratuidad obliga a realizar un correcto uso de los mismos. El
desarrollo
personal afectivo y social con la familia y
los amigos es también un compromiso con la salud y la
visita al médico no debe de suplantar dicho
compromiso.

Recordemos que:

Cumplir años no
es sinónimo de dependencia y de mala salud.
La prevención de la
dependencia no se compra con dinero, la tiene que realizar uno
mismo.
Nadie la va a realizar por
usted.
De usted depende. No olvide que es
sencillo y está a su alcance. Sus seres queridos
se lo agradecerán y usted mismo notará la
diferencia en algo en lo que usted es el principal
responsable y el mayor beneficiario.

Si de veras quiere vivir y envejecer feliz, está
en sus manos y en su boca

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

Dr. Félix E.F. Larocca

Partes: 1, 2
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